(Mc 14,53-65; Lc
22,54-55.63-71; Jn 18,12-14.19-24)
57 Los que detuvieron
a Jesús lo condujeron a casa de Caifás el sumo sacerdote, donde se habían
congregado los letrados y los senadores. 58 Pedro lo fue siguiendo de lejos
hasta el palacio del sumo Sacerdote, entró dentro y se sentó con los guardias
para ver el fin.
59Los sumos
sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para
condenarlo a muerte, 60 pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos
testigos que comparecían. Finalmente comparecieron dos 61 que declararon:
-Este ha dicho que
puede echar abajo el santuario de Dios y reconstruirlo en tres días.
62El sumo sacerdote
se puso en pie y le preguntó:
-¿No tienes nada que
responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya?
63Jesús siguió
callado. El sumo sacerdote le dijo entonces:
-Te conjuro por el
Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
64Jesús le respondió:
-Tú lo has dicho:
pero además os digo esto: Desde ahora vais a ver al Hombre sentado a la derecha
de la Potencia (Sal 110, 1) Y llegar sobre las nubes del cielo (Dn 7,13).
65El sumo sacerdote
se rasgó las vestiduras diciendo:
-Ha blasfemado, ¿qué
falta hacen más testigos? Acabáis de oír la blasfemia, 66 ¿qué decidís?
Contestaron ellos:
-Pena de muerte.
67Entonces le
escupieron a la cara y lo golpearon, otros le daban bofetadas, 68diciendo:
-Adivina, Mesías, ¿quién te ha pegado?
EXPLICACIÓN.
57-68. Los letrados, aliados de los sacerdotes (57). Pedro
no lo sigue como discípulo (de lejos). Espera que algo imprevisto impida la
muerte de Jesús (58). Ninguna acusación real, buscan falsos testimonios (59s).
Jesús había predicho la destrucción del templo (21,13; 24,2), pero no por obra
suya. Pregunta del sumo sacerdote (cf. 16,16). Respuesta afirmativa de Jesús,
precisando la identidad entre el Mesías y el Hombre y la consecuencia de su
rechazo. Dios está con él y en contra de ellos y de la institución que
representan. La llegada que va a ver se verificará en la destrucción de
Jerusalén y del templo (21,41; 22,7) (64). Acusación de blasfemia y pena de
muerte (64; cf. 65-66). El odio acumulado se desata en ultrajes (67-68).
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